CINE / LA BUENA SUERTE, DE GRACIA QUEREJETA
La hija del mítico
productor de cine Elías Querejeta puede que sea una de las directoras más
prolíficas y versátiles del panorama cinematográfico español. Gracia Querejeta
(Madrid, 1962) se mueve con igual soltura dentro de la comedia como en el drama
de denuncia social. En La buena suerte, que se presentó en el último
festival de Málaga, adapta una novela de Rosa Montero y factura una película en
la que se entrelaza el drama familiar, el thriller y el relato sentimental.
Pablo (Hugo Silva), un reconocido
arquitecto, desciende en la estación de tren de un pueblo perdido para comprar
al contado un piso ruinoso a un lugareño conflictivo al que llaman Urraca (Ismael
Martínez) e intentar pasar desapercibido. En realidad, está huyendo de sí mismo
y de su hijo delincuente Mauro (Álvaro Rico) al que ya no puede controlar. En el pueblo establece una relación de
amistad con su vecina de casa Raluca (Megan Montaner), una muchacha positiva
que huye de una relación tóxica, precisamente con Urraca, y le consigue un
trabajo como reponedor en un supermercado. Y, mientras, la policía estrecha el
cerco sobre Pablo por si su hijo viene a visitarlo.
Pese a algunas lagunas en
el guion (que un adinerado arquitecto termine trabajando en un supermercado de
pueblo no es muy creíble), en el que participa la propia Rosa Montero junto a
Gracia Querejeta, La buena suerte mantiene su interés en sus noventa
minutos de proyección gracias a la solvencia de su protagonista Hugo Silva que
la llena con su presencia, la frescura de Megan Montaner que le da la réplica
femenina y secundarios como Miguel Rellán, en el papel de Felipe, un vecino
impedido físico que parece la voz de la conciencia de Pablo, Francisca Horcajo
y Josean Bengoetxea, en los papeles de policías veteranos, y Chani Martín como
el jefe de puesto de la Guardia Civil en ese pueblo en donde nada sucede hasta
que va a parar el huidizo arquitecto.
Un thriller rural de la
España vaciada adonde va a parar un individuo harto de la España saturada, un
drama familiar entre padre e hijo mal avenidos (y ese tramo de la película,
entrevisto a través de flash backs, es en donde más cojea la película porque le
saca poco partido al enfrentamiento paterno filial) y una bella historia de
amor que se va cociendo a fuego lento.
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